miércoles

au beurre

Hoy me he despertado tranquilo. Casi no he pensado en ninguno de vosotros. Casi en ninguno. No quedaba café en la cocina pero sabía que al llegar a su casa él me ofrecería el desayuno. Yo, como ya le había dicho el día de antes, me encargaría de los cruasanes.

-¿"Natures ou au beurre, monsieur"?
- "Au beurre" -claro, señora, siempre "au beurre".

No recordaba su casa, me apresuré en mirar los números incrustados sobre los portales. 17, 19, 21. Todos impares, como él, "claro" -me dije. Me miré los zapatos como un acto de reflejo y al igual que nadie había comprado café el día anterior, nadie había tampoco pensado en pasarles un trapo húmedo por encima.
Gritó de repente una voz desde arriba.
El café esperaba sobre la mesa.

-¿"Milcht"?
- "Ja, bitte".

Anduvimos calles y aceras autovías y enormes placas de asfalto montañas de barro donde se hundían caballos tormentas puentes de plástico y alfombras tejidas con cabellos. Sin avisarnos, se apresuraba una nube -grande como el océano- bañando el cielo cobrizo. Corrimos parques vallados, cementerios, tumbas huérfanas y campos de trigo. Descalzos, a ciegas, lejos, a leguas de todos vosotros, y yo sin acordarme, casi, de vosotros.

Miré atrás y estaba solo.

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